Laponia – En Busca De Auroras Boreales

Aterrizas en Rovaniemi, la capital de la Laponia finlandesa, donde el frío es real y la nieve lo cubre todo. Te instalas en tu cabaña de madera o en un hotel bien preparado para las temperaturas extremas. Tarde libre para explorar la ciudad a tu ritmo, probar un chocolate caliente en una cafetería ártica o visitar alguna tienda de souvenirs para equiparte con guantes que realmente funcionen.

Si quieres empezar el viaje con una experiencia auténtica, nada mejor que hacerlo al estilo finlandés: sauna tradicional y baño en un lago helado (solo para valientes). La primera noche en el Ártico es para asimilar que estás en un lugar completamente distinto a cualquier otro.

Mañana libre para hacer lo que te dé la gana. Puedes pasear por el Pueblo de Papá Noel, donde oficialmente se encuentra la residencia del hombre más famoso del mundo en diciembre, o aventurarte en la nieve con una ruta en raquetas.

Por la tarde, prepárate para lo más esperado del viaje: la excursión a la aurora boreal con kilometraje ilimitado y visión garantizada. Acompañado por expertos, viajarás fuera de la ciudad, donde la contaminación lumínica no existe, en busca del espectáculo natural más impresionante del mundo. El equipo no se detendrá hasta encontrar las luces bailando en el cielo. Si no las ves aquí, es que no existen.

Hoy tienes el día para disfrutar Laponia a tu manera. Puedes alquilar una moto de nieve y atravesar bosques cubiertos de nieve, hacer una excursión en trineo de huskies o visitar una granja de renos, donde aprenderás sobre la cultura sami y su forma de vida en el Círculo Polar Ártico.

Si prefieres algo más tranquilo, puedes recorrer la ciudad de Rovaniemi, probar la gastronomía local con un buen plato de salmón ahumado o simplemente relajarte en otra sauna, porque aquí eso es religión. Última cena en Laponia para cerrar la experiencia como se merece.

Llega el momento de decir adiós al Ártico. Desayuno con vistas a la nieve y última oportunidad para comprar algún recuerdo antes de poner rumbo al aeropuerto. Fin del viaje, pero no de la historia.